El mercado inmobiliario es una opción atractiva para muchos inversores debido a su potencial de generar ingresos pasivos y obtener beneficios a largo plazo. Pero para asegurarte que una inversión inmobiliaria sea interesante, hay una serie de cálculos y factores que debes tener en cuenta antes de lanzarte. En este artículo, abordaremos la importancia de calcular la rentabilidad en una inversión inmobiliaria. Asimismo analizaremos los factores a considerar y los métodos más comunes para calcularla. Además, hemos recopilado una serie de consejos prácticos para asegurar el éxito de tus inversiones inmobiliarias.
La rentabilidad en inversiones inmobiliarias es el rendimiento económico que se obtiene de la adquisición, posesión o venta de una propiedad. Normalmente, se expresa en porcentaje. Existen diferentes formas de medir la rentabilidad de un inmueble en función de los ingresos y gastos asociados a la inversión. A continuación, se describen tres conceptos clave de rentabilidad en el ámbito inmobiliario: rentabilidad bruta, rentabilidad neta y rentabilidad por plusvalía.
Es el porcentaje de ingresos que se obtiene de una propiedad en relación con su valor de compra. Se calcula dividiendo los ingresos anuales generados por el inmueble (por ejemplo, alquileres) entre el precio de adquisición de la propiedad. A continuación, se multiplica el resultado por 100. Este indicador proporciona una visión general del rendimiento de la inversión, pero no tiene en cuenta los gastos asociados a la propiedad, como impuestos, mantenimiento o financiación.
Supongamos que compras un apartamento por 150.000€ y lo alquilas por 900€ al mes. Los ingresos anuales generados por el alquiler serían de 10.800€ (900 x 12 meses).
El cálculo de la rentabilidad bruta es el siguiente: (10.800 / 150.000) x 100 = 7,2%.
La rentabilidad bruta en este caso sería del 7,2%.
La rentabilidad neta es una medida más precisa de la rentabilidad de una inversión inmobiliaria, ya que tiene en cuenta los ingresos y los gastos relacionados con la propiedad.
Se calcula restando los gastos anuales (mantenimiento, impuestos como el IBI, costes de financiación, etc.) a los ingresos anuales generados por el inmueble y dividiendo el resultado entre el precio de adquisición de la propiedad. Luego, se multiplica el resultado por 100 para obtener el porcentaje de rentabilidad neta. Este indicador ofrece una visión más realista del rendimiento de la inversión y sirve para determinar si la propiedad es realmente lucrativa.
Siguiendo el ejemplo anterior de la rentabilidad neta en el que compras una vivienda por 150.000€ y se alquila por 900 € al mes. En este caso, suponemos que los gastos anuales asociados a la propiedad son los siguientes: 1.200€ en impuestos, 1.000 € en mantenimiento y 2.400€ en costes de financiación (hipoteca). Los gastos anuales totales sumarían 4.600€.
Cálculo: ((10.800 - 4.600) / 150.000) x 100 = 4,13%
La rentabilidad neta en este caso sería del 4,13%.
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Este concepto se refiere al aumento del valor de una propiedad a lo largo del tiempo. Esta rentabilidad se materializa cuando el inversor vende el inmueble a un precio superior al de compra. La plusvalía puede ser resultado de la revalorización del mercado inmobiliario, mejoras en la infraestructura del entorno o reformas realizadas en la propiedad.
Para calcular la rentabilidad por plusvalía, se resta el precio de compra del inmueble al precio de venta y se divide el resultado entre el precio de compra. El resultado se multiplica por 100 para obtener el porcentaje de rentabilidad por plusvalía. Este indicador es especialmente relevante en inversiones a largo plazo y en zonas con alto potencial de revalorización.
Imagina que compraste un inmueble hace cinco años por 200.000€ y, gracias a la revalorización del mercado y algunas mejoras en la propiedad, hoy puedes venderlo por 260.000€.
A continuación, aplicamos la fórmula anterior: ((260.000 - 200.000) / 200.000) x 100 = 30%
La rentabilidad por plusvalía en este caso sería del 30%.
Calcular la rentabilidad de una inversión inmobiliaria es un paso imprescindible antes de tomar la decisión de adquirir una propiedad con fines de inversión. Se trata de un indicador clave que permite evaluar el rendimiento económico esperado de una inversión. También podrás comparar diferentes oportunidades con la finalidad de determinar cuál es la más adecuada según los objetivos y riesgo que se puede asumir.
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Además, el cálculo de la rentabilidad posibilita la identificación de los factores que pueden afectar positiva o negativamente el rendimiento de la inversión. Por ejemplo, la ubicación, el tipo de inmueble, la demanda y oferta en el mercado, los costes asociados y la fiscalidad, entre otros. Solo así podrás tomar decisiones informadas y minimizar los riesgos asociados a este movimiento económico.
Una de las tareas más importantes antes de invertir, es estimar el precio del inmueble. Si estás tanteando el mercado antes de comprar, te aconsejamos realizar una valoración online. Así podrás tener una idea del coste de compra y poder realizar los cálculos adecuados para conocer el rendimiento.
El ROI, por las siglas en inglés Return On Investment, sirve para calcular el retorno de una inversión de cualquier tipo. Esta fórmula de cálculo también se aplica en inversiones del sector inmobiliario.
El ROI se calcula dividiendo la ganancia neta de la inversión (ingresos menos gastos) por el coste total de la inversión y multiplicando el resultado por 100 para obtener un porcentaje.
Además, aunque un inmueble tenga un buen potencial, la desocupación puede afectar a la rentabilidad anual. Por lo tanto, para limitar al máximo la desocupación, es necesario dirigirse a un lugar solicitado. Por lo tanto, el índice de ocupación será mucho mejor que en una zona menos popular.
Este método es útil para comparar rápidamente la rentabilidad de diferentes inversiones. Pero no tiene en cuenta el tiempo ni el valor del dinero en el tiempo.
A continuación, desarrollamos un ejemplo de aplicación del ROI en una inversión de bienes inmuebles. Imagina que adquieres un apartamento como inversión inmobiliaria por 200.000€. Asumamos que los gastos adicionales asociados con la compra ascienden a 10.000€. Por lo tanto, la inversión total sería de 210.000€.
Supongamos que decides alquilar el apartamento y logras obtener ingresos por alquiler de 12.000€ al año. Sin embargo, también tienes gastos anuales asociados con la propiedad. Estos pueden ser el seguro, los impuestos, el mantenimiento y las reparaciones, que suman 2.000€ al año.
La ganancia neta anual sería entonces de 12.000€ (ingresos por alquiler) menos 2.000€ (gastos anuales) = 10.000€.
Se aplica la siguiente fórmula para calcular el ROI:
ROI = (10.000€ / 210.000€) x 100 = 4,76%.
En este ejemplo, el ROI de tu inversión inmobiliaria sería del 4,76%. Es importante tener en cuenta que este es un cálculo simplificado. No tiene en cuenta factores como la apreciación del valor de la propiedad o los cambios en los ingresos por alquiler y gastos a lo largo del tiempo.
Para estimar correctamente la rentabilidad de una inversión inmobiliaria, es fundamental tener en cuenta una serie de factores.
La localización es uno de los aspectos más importantes a la hora de evaluar la rentabilidad de una inversión en un bien inmueble. Una buena ubicación puede aumentar la demanda de alquiler y el valor de la propiedad en el futuro. Considera factores como la accesibilidad, la proximidad a servicios y comercios, la calidad del vecindario y el potencial de desarrollo de la zona para tener todos los aspectos principales cubiertos.
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El tipo de propiedad también puede influir en la rentabilidad de la inversión. Algunos inmuebles, como apartamentos o viviendas unifamiliares, pueden ser más atractivos para ciertos segmentos del mercado, lo que puede afectar la demanda y los ingresos por alquiler. Además, diferentes tipos de propiedades pueden tener distintos costes de mantenimiento y gestión.
La demanda y la oferta en el mercado inmobiliario puede afectar la rentabilidad. Si hay mucha demanda de alquiler y pocas propiedades disponibles, es probable que los precios de alquiler aumenten, lo que mejora la rentabilidad. Por otro lado, si hay un exceso de oferta, los precios pueden caer y, por consiguiente, reducir las ganancias.
Es esencial tener en cuenta los costes asociados a la compra, mantenimiento y gestión de la propiedad. Estos costes pueden incluir impuestos, tasas, seguros, costes de financiación, reparaciones y mejoras. Un análisis detallado de los costes te permitirá determinar si la inversión es realmente rentable.
Este es otro factor clave a considerar al estimar la rentabilidad de una inversión inmobiliaria. Los impuestos sobre la renta, el Impuesto sobre Bienes Inmuebles (IBI) y otros impuestos pueden afectar significativamente la rentabilidad neta. Es importante estar informado sobre la normativa fiscal aplicable y planificar adecuadamente la inversión para no llevarse sorpresas desagradables.
Según el Banco de España, una rentabilidad neta del 4 % al 7 % es una buena inversión. Según datos estadísticos de la misma institución financiera, en España la rentabilidad bruta por alquiler ha pasado del 3,47 % en 2020 al 3,5 % en 2022. Debemos tener en cuenta que estos datos son del conjunto estatal y varían mucho según la zona geográfica. Por ejemplo, no es lo mismo la rentabilidad inmobiliaria en una ciudad como Barcelona, que en un pequeño pueblo rural de Asturias.
Una vez estimada la rentabilidad de una inversión inmobiliaria, es posible que desees buscar formas de optimizarla para obtener el máximo rendimiento. A continuación, se presentan algunas estrategias y consejos que te permitirán obtener el máximo beneficio.
Antes de invertir en una propiedad, realiza una investigación exhaustiva del mercado y analiza las tendencias actuales y futuras. Estudia las características de la zona, la demanda de alquiler, los precios de venta y alquiler, y las perspectivas de crecimiento. Un análisis detallado del mercado te permitirá identificar oportunidades de inversión con alto potencial de rentabilidad.
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Busca propietarios que estén abiertos a negociar el precio de adquisición. De esta forma, podrás bajarlo y adquirir inmuebles a precios competitivos. Busca oportunidades de compra en zonas emergentes o propiedades que requieran reformas y mejoras, ya que estas inversiones pueden ofrecer una mayor rentabilidad a largo plazo.
Una gestión eficiente de la propiedad puede ayudarte a reducir costes y mejorar la rentabilidad. Por ejemplo, establece un plan de mantenimiento preventivo para evitar reparaciones costosas, contrata seguros adecuados para proteger tu inversión y utiliza tecnología y herramientas de gestión inmobiliaria para optimizar la administración de tus propiedades.
Fija precios de alquiler competitivos basados en el mercado y en la calidad de la propiedad. Considera la posibilidad de ofrecer servicios y comodidades adicionales para aumentar el valor de tu oferta y justificar precios de alquiler más altos. Asimismo, evalúa diferentes estrategias de alquiler, como alquileres a corto plazo o alquileres vacacionales, que podrían generar mayores ingresos en ciertas situaciones. Antes de alquilar la propiedad, aplica la técnica del Home Staging para poder aumentar tu percepción de valor.
Mejorar y reformar la propiedad te permitirá aumentar su valor. Las inversiones en eficiencia energética, renovación de cocinas y baños, y mejoras en la distribución pueden incrementar significativamente el valor de la propiedad y, por lo tanto, la rentabilidad por plusvalía.
Aunque la inversión inmobiliaria puede ofrecer rentabilidades atractivas, también implica ciertos riesgos y desafíos. Para minimizar estos riesgos y proteger tu inversión, es importante tener en cuenta algunas precauciones al invertir en propiedades:
Es obvio que en España hay disparidades entre las provincias y ciudades y el rendimiento inmobiliario puede variar mucho. Gracias a RealAdvisor, puedes conocer el precio por metro cuadrado por provincia, ciudad e incluso barrio. Por lo tanto, puedes realizar varias simulaciones y averiguar en qué población tu inversión inmobiliaria resultará más rentable.
En general, los bancos conceden hipotecas. Para ello, la propiedad debe estar financiada con un 20 % de fondos propios y un 80 % por el banco. Actualmente, no es posible hacer una inversión inmobiliaria sin un pago inicial utilizando este tipo de préstamo.
El crowdfunding es otra forma de financiar este proyecto. En general, el inversor compra un edificio con otras personas. La gestión se confía a un profesional inmobiliario. Este método permite invertir con independencia de los ingresos y con un mínimo de limitaciones. Aunque en España esta solución no es tan común, puede ser una alternativa.