La vida útil de una vivienda es el tiempo durante el cual puede funcionar con seguridad y buen estado. En España, suele situarse entre 50 y 100 años, según calidad, mantenimiento y clima, mientras que Hacienda fija una vida útil fiscal de 50–68 años solo para efectos de amortización.
En síntesis:
La vida útil de un inmueble es el periodo durante el cual un edificio puede desempeñar correctamente su función, manteniendo condiciones adecuadas de seguridad, habitabilidad y eficiencia. En España, este concepto no es único: la vida útil puede ser técnica, económica o fiscal, y cada una tiene implicaciones distintas para propietarios, compradores, inversores y tasadores.

Determinar la vida útil de una vivienda en España no es un cálculo simple ni uniforme: depende de una combinación de factores técnicos, ambientales, normativos y de mantenimiento. En la práctica, la vida útil se estima evaluando el estado real del edificio y la capacidad de sus elementos constructivos para seguir cumpliendo su función.
Estos son los factores más determinantes que se usan para realizar el cálculo:
La vida útil comienza con el diseño. El Código Técnico de la Edificación (CTE) y el Código Estructural exigen que los edificios se proyecten con criterios de durabilidad acordes a una vida útil prevista (habitualmente 50 años).
Materiales de buena calidad, una ejecución correcta y detalles constructivos bien resueltos retrasan la aparición de patologías y amplían la longevidad del edificio.
La ubicación influye directamente en el deterioro:
Estas condiciones pueden reducir la vida útil efectiva si no se aplican medidas de protección y mantenimiento adecuadas.

El mantenimiento es el factor de calidad más decisivo. Incluso un edificio diseñado para durar 100 años puede degradarse en 30 si no se cuidan los materiales:
Una comunidad que invierte en mantenimiento programado puede prolongar significativamente la vida útil técnica y económica del inmueble.
El uso intensivo acorta la vida útil de instalaciones y acabados. Además, el desgaste no es igual en todo tipo de uso:
La vida útil del edificio también la condicionan sus elementos más “cortos”:
La vida útil de un inmueble puede estimarse evaluando la durabilidad de sus materiales principales. A continuación se muestra una guía orientativa basada en criterios técnicos habituales en España:
| Componente del inmueble | Vida útil estimada | Notas relevantes |
|---|---|---|
| Cimientos y estructura de hormigón | 75–100 años | Alta durabilidad; puede superar el siglo con buen mantenimiento. |
| Estructuras de madera | 80–100 años | Sensibles a humedad y xilófagos; requiere protección. |
| Cubierta (impermeabilización) | 15–25 años | Uno de los elementos que más se renueva. |
| Cubiertas cerámicas / teja | 30–50 años | Larga vida si se reponen piezas dañadas. |
| Cubiertas o techos metálicos | 40–80 años | Depende del control de corrosión. |
| Instalación eléctrica | 30–50 años | Normativas modernas exigen actualizaciones periódicas. |
| Instalación de fontanería | 30–50 años | Tuberías antiguas suelen necesitar sustitución anticipada. |
| Sistemas de calefacción / climatización | 15–25 años | Renovación frecuente por eficiencia y desgaste. |
Estas cifras son aproximadas y pueden variar en función del mantenimiento, las condiciones ambientales, el uso del inmueble y las reformas realizadas a lo largo de su vida.
Extender la vida útil de un inmueble es posible mediante la implementación de estrategias de mantenimiento preventivo y reformas periódicas. Algunas recomendaciones incluyen:

La vida útil de un inmueble es el tiempo durante el cual el edificio puede funcionar bien desde el punto de vista técnico. La vida útil fiscal, en cambio, es el periodo que Hacienda permite para amortizar un inmueble (normalmente 50–68 años). Que termine la vida útil fiscal no significa que el edificio deje de ser habitable: puede seguir siendo seguro y funcional durante muchas décadas más.
Una casa prefabricada bien construida y mantenida puede durar entre 50 y 75 años, e incluso más si está fabricada con estructura de acero u hormigón y recibe un mantenimiento adecuado. Las de madera suelen situarse entre 30 y 60 años, dependiendo del clima y la protección.
Un edificio de hormigón puede durar de 80 a 100 años o más. Con un diseño adecuado, buena ejecución y mantenimiento periódico, su vida útil física puede superar fácilmente el siglo.
