Cuando el contrato de alquiler está a punto de finalizar, es normal que los inquilinos se pregunten qué opciones tienen si no se les renueva y no tienen otro lugar donde ir. La Ley de Arrendamientos Urbanos (LAU) regula los derechos tanto del arrendador como del arrendatario, estableciendo plazos y condiciones para la finalización del contrato de arrendamiento. Pero, ¿qué pasa si el casero no renueva el contrato y te quedas sin una alternativa inmediata?
En este artículo, analizamos los pasos que se deben seguir en caso de que el propietario no quiera renovar y qué puedes hacer como inquilino para ganar tiempo o buscar alternativas.
En la mayoría de los casos, la duración mínima de un contrato de alquiler es de cinco años (siete si el propietario es una empresa). Una vez finalizado este periodo, si ninguna de las partes indica lo contrario, el contrato de arrendamiento puede renovarse de forma automática hasta un máximo de tres años adicionales.
Sin embargo, si el casero no quiere renovar el contrato, está obligado a avisar al inquilino con cuatro meses de antelación. En cambio, si eres el inquilino y decides no seguir, deberás notificarlo con al menos dos meses de antelación.
Si el propietario no avisa de que desea finalizar el contrato de alquiler dentro del plazo estipulado (cuatro meses), el contrato se renovará automáticamente por un año más bajo las mismas condiciones. Este fenómeno se conoce como tácita reconducción, y permite que sigas viviendo en la vivienda con las mismas condiciones del contrato original hasta que una de las partes decida no renovarlo.
Durante este periodo de prórroga, tanto el inquilino como el propietario pueden resolver el contrato con los avisos previos adecuados.
En cualquier contrato de arrendamiento, la duración del contrato es un aspecto fundamental que tanto el arrendador como el arrendatario deben conocer y respetarsi se quiere evitar la no renovacion contrato alquiler cuando ambas partes quieren seguir. Según la Ley de Arrendamientos Urbanos (LAU), los contratos de alquiler firmados después de marzo de 2019 tienen una duración mínima de cinco años (siete si el arrendador es una empresa), con posibilidad de prórrogas automáticas si ninguna de las partes indica lo contrario. Durante este periodo, el precio del alquiler puede ser actualizado anualmente en base al IPC u otro índice acordado en el contrato, pero el propietario siempre deberá notificar al inquilino con un mes de antelación si desea hacer algún cambio.
Si el inquilino no abandona el inmueble tras la finalización del contratode alquiler, el propietario puede iniciar una demanda de desahucio. Este proceso comienza con la presentación del decreto de admisión en el juzgado, el cual establece los plazos para que el inquilino se oponga a la demanda o desaloje voluntariamente la vivienda. En caso de que el inquilino no presente oposición, el desahucio se ejecutará, otorgando al propietario el derecho a recuperar la posesión de su propiedad. Sin embargo, estos procedimientos suelen tomar varios meses, por lo que es importante que ambas partes gestionen bien los tiempos y cumplan con los plazos estipulados por la ley.
La tácita reconducción se aplica cuando el contrato de alquiler ha expirado y ninguna de las partes ha expresado su deseo de finalizarlo. En este caso, el contrato se prorroga por periodos anuales o mensuales, dependiendo de cómo se haya pactado el pago de la renta (anual o mensual).
Es importante recordar que, aunque la tácita reconducción te permite seguir en la vivienda, tanto el arrendador como el arrendatario deben cumplir con las condiciones del contrato original. El propietario puede, en cualquier momento, notificar que desea finalizar el contrato, siempre y cuando respete los plazos de preaviso establecidos.
El precio del alquiler puede renovarse cada año en función del IPC o del índice que se haya pactado en el contrato original. Si el casero desea actualizar la renta, debe avisar al inquilino con al menos un mes de antelación. Además, desde 2023, la subida del alquiler no puede exceder el 2%, salvo que ambas partes acuerden lo contrario.
Lectura recomendada: Calcular el IPC del alquiler en 2024
Es fundamental que cualquier modificación en el precio quede registrada por escrito, para evitar conflictos o malentendidos a futuro.
Un desahucio por expiración del contrato puede ser un proceso largo, que depende de varios factores, como la rapidez del juzgado y la posible oposición del inquilino. En términos generales, desde que el casero presenta la demanda hasta que se ejecuta el desahucio, el proceso puede tardar entre dos y seis meses.
El inquilino tiene un plazo de diez días para oponerse a la demanda una vez es notificado. Si no lo hace, el desahucio se ejecutará sin necesidad de juicio.
Cuando llega el fin del contrato de alquiler, el arrendador tiene el derecho de decidir si desea o no renovar el contrato. En muchos casos, si no se establece una no renovación del contrato de alquiler por parte del propietario, el contrato se puede renovar automáticamente por un periodo adicional de hasta tres años, según lo estipulado por la Ley de Arrendamientos Urbanos.
Sin embargo, si el propietario decide no renovar, puede iniciar un desahucio por expiración del plazo cuando el inquilino no abandona la propiedad tras la finalización del contrato. Los motivos para echar a un inquilino en estos casos son claros: se ha cumplido el tiempo estipulado en el contrato, y el propietario desea recuperar la posesión de su vivienda. Además, el arrendador debe respetar los plazos de notificación para evitar problemas legales y asegurarse de que el desahucio se lleve a cabo dentro de los términos de la ley.
Si el contrato ha expirado y el inquilino no se va, el propietario debe iniciar un proceso de desahucio a través del juzgado. Nunca se deben tomar medidas por cuenta propia, como cambiar la cerradura.
Si te enfrentas a un desahucio y no tienes dónde ir, es recomendable buscar ayuda en servicios sociales o consultar con un abogado para posibles aplazamientos.
El proceso puede durar entre dos y seis meses, dependiendo del caso y la respuesta del inquilino.
El contrato de alquiler termina cuando se cumplen los años estipulados o cuando el propietario notifica su intención de no renovarlo con el plazo adecuado.
En España, los contratos de alquiler no se vuelven indefinidos. Se renuevan de forma automática hasta un máximo de tres años adicionales tras los cinco iniciales.
Para finalizar un contrato de alquiler, el arrendador debe notificar al inquilino con cuatro meses de antelación, mientras que el inquilino debe avisar con dos meses.
El inquilino puede ser desalojado cuando el contrato expira, si el propietario lo ha notificado en el plazo correcto o en caso de impago o incumplimiento de las condiciones del contrato.
El inquilino tiene un plazo de dos meses para desalojar la vivienda si el arrendador le notifica que no desea renovar el contrato. Este aviso debe hacerse con al menos cuatro meses de antelación al final de la duración del contrato. Si el inquilino no se va en el plazo estipulado, el propietario puede iniciar un proceso de desahucio.