Imagina que llevas años viviendo cómodamente en un piso de alquiler, con tus rutinas establecidas y sintiéndote como en casa. Un día, de repente, recibes una noticia que te descoloca: el propietario ha decidido vender el piso. Esta situación genera incertidumbre y preocupación, ya que lo primero que te preguntas es: ¿qué pasará conmigo si tengo contrato de alquiler y quieren vender el piso?
La Ley de Arrendamientos Urbanos (LAU) establece una serie de normas que protegen tanto a los inquilinos como a los propietarios, por lo que estar bien informado es clave para tomar las mejores decisiones. En este artículo, te explicaremos qué derechos tienes como inquilino si el propietario decide vender el piso, cómo puedes actuar, y qué opciones tienes para proteger tu contrato de alquiler y tu hogar.
Cuando tienes un contrato de alquiler y recibes la noticia de que quieren vender el piso, es normal que surjan muchas preguntas y preocupaciones. Las principales inquietudes suelen ser: ¿me pueden echar?, ¿qué pasará con mi contrato de alquiler?, o incluso ¿tendré que mudarme rápidamente?.
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Estas dudas son comunes y completamente comprensibles. Pero afortunadamente, la Ley de Arrendamientos Urbanos (LAU) ofrece una protección significativa a los inquilinos en situaciones como esta frente a los caseros.
La LAU establece que, si tienes un contrato de arrendamiento vigente, el hecho de que el casero decida vender el piso no afecta de manera inmediata a tu contrato. Esto significa que tus derechos como inquilino están protegidos. En principio, puedes seguir viviendo en la vivienda hasta que finalice el contrato, tal y como se pactó originalmente. El nuevo propietario, en caso de que se venda la vivienda, estará obligado a respetar los términos de tu contrato de alquiler hasta su vencimiento.
Esto es fundamental porque te garantiza una estabilidad, incluso si el inmueble cambia de manos. No obstante, hay algunos aspectos que debes conocer:
La venta de un piso con un inquilino viviendo en él es completamente legal en España, y es una situación que ocurre con cierta frecuencia. Los propietarios tienen el derecho de poner a la venta su vivienda en cualquier momento, incluso si está alquilada. Sin embargo, lo que muchos inquilinos no saben es que el hecho de que el propietario quiera vender el piso no afecta directamente al contrato de arrendamiento en vigor. El contrato sigue vigente y, como inquilino, mantienes tus derechos, independientemente de quién sea el dueño de la vivienda.
Cuando tengo un contrato de alquiler y quieren vender el piso, el contrato de alquiler sigue en pie bajo los mismos términos que se firmaron originalmente. El nuevo comprador adquiere el inmueble con el contrato de alquiler "adherido", es decir, debe respetar las condiciones y plazos estipulados en el contrato hasta que este finalice. El inquilino no tiene la obligación de abandonar la vivienda antes de tiempo solo porque el propietario ha cambiado.
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La Ley de Arrendamientos Urbanos (LAU) es clara en el punto de si tienes un contrato de alquiler y quieren vender el piso: si el contrato de arrendamiento está vigente, el comprador del piso está obligado a respetarlo, ya sea por el tiempo restante del contrato o hasta los primeros tres años desde la firma, en caso de que el contrato no esté registrado en el Registro de la Propiedad.
Si el contrato de alquiler está inscrito en el Registro de la Propiedad, el nuevo propietario estará obligado a respetar todas las condiciones del contrato durante el periodo total pactado, sin excepción. Este registro ofrece una mayor protección al inquilino, pues asegura que sus derechos se mantendrán sin importar quién sea el nuevo propietario.
Si el contrato de arrendamiento no está registrado, el nuevo propietario también deberá respetarlo, pero con una diferencia: si han pasado menos de tres años desde la firma del contrato, el nuevo propietario deberá mantener el alquiler hasta completar ese periodo mínimo de tres años. Después de este tiempo, el nuevo propietario puede decidir no renovar el contrato. Si ya han pasado más de tres años desde la firma, el nuevo propietario tendría la posibilidad de no renovar o cancelar el contrato de alquiler en cualquier momento.
La respuesta general es no. El nuevo propietario no puede desalojar al inquilino antes de que el contrato expire, a menos que ambas partes lleguen a un acuerdo mutuo. Como inquilino, puedes estar tranquilo: la venta del piso no te deja sin protección legal.
Como inquilino, si el propietario decide vender la vivienda en la que resides, la Ley de Arrendamientos Urbanos (LAU) te otorga una serie de derechos que debes conocer. Entre estos, el más destacado es el derecho de adquisición preferente, que incluye dos conceptos clave: el derecho de tanteo y el derecho de retracto.
El derecho de tanteo significa que, si el propietario decide vender el piso, tú, como inquilino, tienes la primera opción de compra antes de que el propietario lo ofrezca a un tercero. El propietario está obligado a informarte de la venta, proporcionándote el precio y las condiciones de la misma. Desde ese momento, tienes un plazo de 30 días naturales para decidir si quieres comprar la vivienda bajo las mismas condiciones ofrecidas a otros posibles compradores.
Este derecho te coloca en una posición ventajosa, ya que si estás interesado en adquirir el inmueble, tendrás prioridad sobre cualquier otra persona. En algunos casos, puede ser una excelente oportunidad para comprar la vivienda en la que llevas años viviendo y que ya conoces bien.
Si por alguna razón no te enteras de la venta o el propietario omite comunicarte la intención de vender, todavía cuentas con el derecho de retracto. Este derecho te permite reclamar la compra de la vivienda incluso después de que haya sido vendida a un tercero, siempre y cuando lo hagas dentro del plazo legal de 30 días desde que te notifican la venta o desde que se inscribe la compraventa en el Registro de la Propiedad. Este derecho de retracto es una especie de segunda oportunidad, en caso de que no hayas podido ejercer el derecho de tanteo por falta de información.
Por lo tanto, se pueden dar estos dos escenarios:
Una de las principales preocupaciones de cualquier inquilino cuando se entera de que el propietario va a vender el piso es si el nuevo comprador podrá desalojarlo. La buena noticia es que, según la Ley de Arrendamientos Urbanos (LAU), el hecho de que el propietario venda la vivienda no significa que puedas ser desalojado automáticamente. Tus derechos como inquilino están protegidos, y el contrato de alquiler seguirá en vigor.
En la mayoría de los casos, el nuevo propietario no puede echar al inquilino hasta que finalice el contrato de arrendamiento. Esto significa que, incluso si el piso cambia de manos, el nuevo dueño deberá respetar los términos y condiciones del contrato vigente.
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Algunos puntos importantes que debes tener en cuenta:
Existen casos excepcionales en los que el nuevo propietario podría pedir el desalojo del inquilino, pero siempre bajo circunstancias muy concretas. Estos son algunos ejemplos de lo que ocurriría si tengo un contrato de alquiler y quieren vender el piso:
Si el nuevo propietario tiene derecho a pedir que desocupes la vivienda, deberá seguir un procedimiento legalmente establecido. Estos son los pasos básicos:
No puedes echar a un inquilino mientras el contrato de alquiler esté vigente. Si deseas vender el piso, el comprador deberá respetar las cláusulas del contrato hasta su finalización. Solo al término del contrato, puedes no renovarlo, notificando al inquilino con al menos cuatro meses de antelación. En ciertos casos, si el nuevo propietario quiere la vivienda para uso propio, puede desalojar al inquilino tras los primeros tres años de alquiler y con preaviso.
Como inquilino, tienes derecho a seguir viviendo en la vivienda hasta que la vigencia del contrato finalice, incluso si el propietario vende el piso. El nuevo propietario debe respetar los términos del contrato, y no puede desalojarte antes de tiempo. Además, tienes el derecho de adquisición preferente, lo que te permite comprar la vivienda antes que otros compradores bajo las mismas condiciones ofrecidas.
Si el propietario decide no renovar el contrato, debe avisarte con al menos cuatro meses de antelación. Al finalizar el contrato, deberás desalojar la vivienda. Si no tienes donde ir, puedes intentar negociar una prórroga con el propietario o buscar alternativas de vivienda. Sin embargo, legalmente, una vez que el contrato finaliza, debes abandonar la propiedad.