Sí, puede ser rentable comprar una casa en subasta en España, pero solo si se adquiere muy por debajo del precio de mercado (mínimo un 20% –30%), sin cargas ocultas ni ocupantes, y si el comprador dispone de liquidez inmediata para afrontar impuestos, reparaciones y trámites. Las subastas pueden ofrecer grandes descuentos, pero también riesgos legales y financieros si no se investiga a fondo el inmueble.
En síntesis:
Comprar una vivienda en subasta tiene el potencial de generar una buena rentabilidad, pero esa posibilidad solo se materializa si se entienden bien los factores que la condicionan. No basta con obtener un descuento; hay que integrar todos los costes, los riesgos y las variables de mercado al cálculo. A continuación, se detallan los elementos más relevantes que determinan si una operación en subasta puede ser verdaderamente rentable.

El punto de partida clave es la diferencia entre el precio de adjudicación en subasta y el valor de mercado del inmueble. Las publicaciones del sector estiman que los inmuebles subastados pueden venderse con descuentos de entre 20% y 50% respecto a viviendas similares en mercado abierto. En los casos más favorables, cuando la competencia es baja, la documentación o el estado presentan incertidumbres, o la necesidad de liquidez del vendedor es alta, los descuentos pueden acercarse al extremo del 50 %.
Ese descuento es la “ventaja bruta”, pero no es suficiente por sí solo. Si el inmueble requiere reparaciones importantes, tiene cargas ocultas o está ocupado con dificultad de desalojo, esos costes pueden consumir buena parte—o todo—el margen que parecía prometedor. Por eso es vital proyectar no solo el precio bruto, sino el precio neto estimado tras costes totales.
Para convertir ese descuento bruto en una ganancia efectiva, es imprescindible identificar y cuantificar los costes adicionales:
Estos costes pueden erosionar el margen, de modo que un descuento del 30% no garantiza una rentabilidad real si los costes suman un 20% adicional.
Una vivienda barata en subasta no será rentable si está en una zona con escasa demanda de alquiler o difícil reventa. Por eso dos variables de mercado son decisivas:

Para maximizar la rentabilidad neta de una subasta, los inversionistas experimentados aplican varias estrategias:
En España existen tres tipos principales de subastas inmobiliarias: las judiciales, las administrativas y las bancarias. Cada una tiene un origen distinto, un nivel de riesgo diferente y un potencial de rentabilidad que depende del tipo de comprador.
A continuación, te explicamos cómo funciona cada una y qué debes tener en cuenta antes de participar.
Las subastas judiciales son las más habituales y se celebran en el marco de un procedimiento legal (por ejemplo, ejecuciones hipotecarias, embargos o liquidaciones de bienes).
Están reguladas por la Ley de Enjuiciamiento Civil y se gestionan a través del Portal de Subastas del BOE, la plataforma oficial del Estado donde se publican todas las subastas judiciales activas en España.
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En este portal, cualquier ciudadano puede consultar el valor de tasación, las cargas existentes, el estado de ocupación y la titularidad del inmueble. Para pujar, es necesario contar con un certificado digital o sistema Cl@ve y depositar un 5 % del valor de salida como garantía.
Ventajas:
Inconvenientes:
Son subastas con gran potencial de rentabilidad, pero requieren experiencia o asesoramiento jurídico especializado para evaluar riesgos y costes adicionales.

Las subastas administrativas son gestionadas por organismos públicos como la Agencia Tributaria (AEAT), la Tesorería General de la Seguridad Social (TGSS) o los ayuntamientos, cuando los propietarios acumulan deudas fiscales o sanciones.
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También se publican y gestionan a través del Portal de Subastas del BOE, lo que garantiza transparencia y trazabilidad en el proceso.
Estas subastas suelen ser más seguras desde el punto de vista legal, ya que la Administración verifica la documentación y las cargas. Sin embargo, la oferta de viviendas es más limitada y los descuentos, más moderados.
Ventajas:
Inconvenientes:
Son ideales para compradores que priorizan seguridad sobre rentabilidad, especialmente particulares que buscan adquirir una vivienda sin asumir grandes riesgos.
Las subastas bancarias —también llamadas ventas de activos adjudicados— son gestionadas por entidades financieras o sus plataformas inmobiliarias (como Solvia, Aliseda, Servihabitat, Haya Real Estate o Sareb).
Surgen cuando el banco se queda con una vivienda tras una ejecución hipotecaria y decide venderla directamente, muchas veces fuera del canal judicial o del BOE.
En este caso, el proceso es más parecido a una compraventa tradicional: el banco fija un precio (a menudo rebajado) y puede ofrecer financiación preferente, incluso hasta el 100% del valor de tasación.
Ventajas:
Inconvenientes:
Este tipo de subastas es ideal para particulares que buscan oportunidades seguras, sin complicaciones legales ni necesidad de gran capital inicial.
| Tipo de subasta | Organiza / Publica | Publicación en el BOE | Descuento medio | Riesgo | Financiación | Perfil recomendado | 
|---|---|---|---|---|---|---|
| Judicial | Tribunales de Justicia | ✅ Sí (Portal del BOE) | 30% – 50% | Alto | No disponible | Inversores con experiencia y liquidez | 
| Administrativa | Hacienda, Seguridad Social, Ayuntamientos | ✅ Sí (Portal del BOE) | 15% – 30% | Medio | No disponible | Compradores que buscan seguridad legal | 
| Bancaria | Entidades financieras (Solvia, Sareb, etc.) | ❌ No (portales privados) | 10% – 30% | Bajo | Hasta 100% (según banco) | Particulares o inversores prudentes | 
Si tu casa ha salido a subasta o has recibido una notificación judicial de ejecución hipotecaria, no todo está perdido. Existen distintas vías legales y financieras para frenar el proceso, ganar tiempo o incluso resolver la deuda antes de perder la vivienda. Actuar con rapidez es clave: cuanto antes conozcas el estado del procedimiento y busques asesoramiento profesional, más opciones tendrás de conservar tu casa o minimizar las pérdidas económicas.

El primer paso es verificar la situación legal exacta de tu vivienda. Revisa el documento judicial que hayas recibido: normalmente se trata de un auto de ejecución hipotecaria con un número de expediente. Solicita una nota simple en el Registro de la Propiedad, donde podrás ver si la casa ya ha sido embargada, si está inscrita la ejecución y qué cargas tiene.
Con esos datos, podrás consultar el Portal de Subastas del BOE (subastas.boe.es) para comprobar si la subasta está activa y cuál es la fecha límite de puja. Esta información es fundamental para saber cuánto tiempo tienes para actuar y qué tipo de medidas puedes tomar.
Tan pronto recibas la notificación, contacta con un abogado especializado en ejecuciones hipotecarias o solicita justicia gratuita si cumples los requisitos económicos. El abogado analizará si puedes oponerte al procedimiento (por ejemplo, por cláusulas abusivas, falta de notificación adecuada o errores en la liquidación de la deuda).
La oposición debe presentarse en un plazo muy breve, así que no esperes. Contar con asesoría profesional desde el principio también te ayudará a evaluar alternativas como la venta del inmueble, la renegociación con el banco o la dación en pago antes de que el proceso avance.
La mayoría de los bancos prefieren evitar la subasta porque encarece y alarga el proceso. Por eso, si actúas rápido, es posible negociar una salida amistosa. Puedes solicitar una reestructuración de la deuda (mediante ampliación del plazo, carencia de capital o reducción del interés) o acogerte al Código de Buenas Prácticas Bancarias, que permite a familias vulnerables reestructurar o entregar la vivienda en pago sin deuda pendiente.
También es posible acordar una venta ordenada o venta directa, donde el propio propietario encuentra un comprador antes de la subasta, garantizando que el importe obtenido sirva para cancelar la hipoteca y evitar costas judiciales. Esta suele ser la opción más beneficiosa económicamente si el banco la acepta.
Si ya no puedes afrontar los pagos ni vender la vivienda, puedes solicitar la dación en pago, que consiste en entregar la casa al banco a cambio de la cancelación total de la deuda, sin seguir debiendo dinero tras perder la propiedad. Aunque no todos los bancos están obligados a aceptarla, suele concederse a familias que cumplen los criterios del Código de Buenas Prácticas.
Además, algunas entidades ofrecen la posibilidad de firmar un alquiler social, que permite seguir viviendo en la vivienda por una renta reducida durante un periodo determinado. Esto puede ser una alternativa menos traumática que el desalojo, especialmente si atraviesas una situación de vulnerabilidad económica o familiar.
Antes de que se celebre la subasta, revisa el valor de tasación para subasta que figura en el procedimiento. Si ese valor está por debajo del precio real de mercado, puede provocar que el inmueble se adjudique por menos de lo que vale, dejándote con una deuda remanente incluso después de perder la casa.
Calcula también los costes totales que deberás asumir: intereses, costas judiciales, IBI o cuotas de comunidad atrasadas (hasta tres años anteriores pueden ser reclamadas). Conocer estos importes te ayudará a decidir si es viable una liberación del embargo (pagando la deuda pendiente antes del remate) o si te conviene acelerar una venta antes de la subasta.
Si la subasta ya está convocada y no hay tiempo para paralizarla, lo más recomendable es mantener comunicación directa con el Juzgado y el banco. Puedes intentar negociar un plazo adicional de entrega o incluso un acuerdo de desalojo voluntario para evitar costes y posibles sanciones.
Si finalmente se adjudica la vivienda, revisa el resultado con tu abogado: si el importe obtenido cubre toda la deuda, el proceso se dará por cerrado; si no, tendrás que negociar una quita o acogerte al mecanismo de segunda oportunidad para eliminar la deuda restante. Entregar la vivienda en buen estado y de forma pacífica también puede facilitar acuerdos más favorables o reducir los gastos finales.
Las ventajas de comprar una casa en una subasta es una opción considerada cada vez más por una amplia gama de compradores. Participar en una subasta de viviendas puede ser una manera inteligente y efectiva de adquirir propiedades valiosas a precios ventajosos. Estos son los principales beneficios de comprar un inmueble de esta forma:
Una de las ventajas más atractivas de comprar en subasta es la posibilidad de adquirir propiedades a precios inferiores a los del mercado. Las subastas suelen establecer precios de salida bajos, lo que puede resultar en adquisiciones mucho más económicas en comparación con el mercado inmobiliario tradicional. Esta característica es especialmente beneficiosa para compradores con presupuestos limitados o inversores que buscan maximizar su retorno de inversión.
Las subastas también ofrecen la oportunidad de encontrar propiedades singulares que raramente están disponibles a través de canales convencionales. Estas pueden incluir viviendas con diseños arquitectónicos únicos, casas en ubicaciones excepcionales o características especiales que las hacen destacar. Para aquellos interesados en propiedades distintivas o con requerimientos específicos, las subastas representan un recurso valioso para descubrir opciones únicas.
Las subastas de viviendas, aunque pueden tener sus beneficios, no están exentas de riesgos legales y financieros. Es crucial tener un entendimiento claro de los términos y condiciones de la misma, así como de cualquier asunto legal relacionado con la propiedad. Los compradores deben tener en cuenta posibles restricciones de uso de la propiedad o irregularidades en los documentos de la vivienda, que podrían complicar la compra o el uso y disfrute de la misma.
A continuación, detallamos algunos factores a tener en cuenta antes de adquirir una casa en subasta para que la compra sea rentable.
Dada la complejidad de las subastas y los riesgos asociados, es esencial realizar una investigación exhaustiva antes de participar. Esto incluye entender el valor de mercado de la propiedad, su condición física y su historial legal. Además, buscar el asesoramiento de profesionales como abogados inmobiliarios, agentes de bienes raíces o asesores financieros puede ser muy útil para realizar los trámites con mayor seguridad y eficacia.
Al considerar una compra en subasta, los compradores deben ser conscientes de los posibles gastos adicionales más allá del precio de compra. Esto puede incluir gastos de reformas o reparaciones si la propiedad requiere mantenimiento o mejoras. Además, es importante investigar si existen deudas pendientes asociadas a la propiedad, como impuestos atrasados o cuotas de comunidad, que serían responsabilidad del nuevo propietario.

Normalmente, en las subastas se deben pagar dos impuestos principales: el Impuesto de Transmisiones Patrimoniales (ITP) y el Impuesto sobre el Valor Añadido (IVA), los cuales se aplican en situaciones específicas.
En una subasta inmobiliaria, generalmente el comprador es responsable de pagar las cargas pendientes que tenga el inmueble, a menos que se indique lo contrario en las condiciones de la subasta.
Si no hay postores en una subasta inmobiliaria, puede declararse desierta, y el inmueble permanece en posesión del propietario actual o de la entidad organizadora. En algunos casos, la propiedad se puede ofrecer nuevamente con un precio reducido o venderse de manera directa por otros medios. Si es parte de una ejecución hipotecaria, el banco puede adquirir la propiedad para venderla posteriormente. También es posible que se prolongue o reprograme la subasta para atraer más interés.
No, en España no se puede pujar por debajo del valor mínimo fijado en el anuncio. En las subastas judiciales, la puja mínima suele ser del 70% del valor de tasación, aunque si no hay postores, el acreedor puede adjudicarse el inmueble por un 60% o incluso menos, según el caso.
Depende del tipo de subasta y del estado del inmueble, pero suelen venderse entre un 20% y un 50 % por debajo del valor de mercado. Las propiedades con cargas, ocupadas o con deudas pendientes suelen tener precios de salida más bajos.
Para participar, debes depositar un 5% del valor de tasación como garantía a través del Portal de Subastas del BOE. Durante la subasta puedes hacer ofertas libres (siempre por encima del mínimo establecido), y el mejor postor deberá abonar el resto del precio en un plazo aproximado de 20 días hábiles.
